Y buen domingo!
¿Os ha pasado alguna vez que, de repente y sin avisar, vais viendo como en una película momentos de vuestra vida? ¿Os acordáis cuando las películas se grababan en bobinas y cada cuadradito era una instantánea? ¿Sí?
Hace unos días me pasó. Por un momento, se me agolparon instantes de mi vida. Era como un pase rápido de fotografías que formaron, al final, una película. ¡Qué susto! Y no, no me encontraba en estado de shock.
En ese momento no hay sensaciones ni sentimientos pero existe el recuerdo y, a veces,...¡ una imagen vale más que mil palabras! Por ejemplo. Tengo una fotografía de uno de los primeros viajes que hice a Israel y que, como ya os conté, durante una temporada se convirtió en mi segunda casa. En esa foto se me ve en la explanada del Muro de las Lamentaciones rodeada de hombres, la mayoría vestidos de negro, rezando. El impacto de esa foto es que soy la única mujer y que voy vestida de blanco. La instantánea es, por lo menos, curiosa. La sensación ninguna pero, detrás, hay una historia. Y, vaya que historia: una mujer europea en un mundo diferente. Algún día os la cuento!!!!
A lo que iba. Es por eso que me gusta guardar una foto de cada creación que hago y compartirlas con vosotros. Da igual que sea un cupcake, una tarta, una galleta, un modelado,... cada uno tiene su propia historia.
Mirad....
Aquí tenéis las bobinas... la diferencia es que éstas se comen!
En este caso, el bizcocho era de, ¡como no!, chocolate (a este paso, algún día me convertiré yo en figura de chocolate) con buttercream de chocolate con leche.
Acordaros... sed felices!
Como siempre, gracias por estar aquí!
Chorros de besos
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