¿Cómo os ha ido la semana? Os contaré que las lluvias han marcado mis días. Escuchad una anécdota; hubo un día que llegó a llover tanto que se me inundaron las botas por dentro. Literal! Pero, aún así y a pesar de los contratiempos, mientras mi pelo se convertía en una masa erizada por la humedad, en mi paraguas aparecían goteras y mis pantalones se encogían un dedo... puedo decir : prueba superada! Vencí al mal tiempo! Y a pesar de mi aspecto mojado, horroroso y encogido:
(-" Por favor, que pinta más desastrosa tienes!" (la típica conocida que nunca te hubiera gustado encontrarte en estas circunstancias; porque ella, a pesar de los truenos y los chuzos, siempre está divina de la muerte).
Yo seguía siendo la misma. Sólo necesitaba un secador de pelo, unos pantalones secos, una barra de labios y... hecho! Fantástica!
Que, por qué os suelto este rollo? Pues porque la decoración de las tartas es importante; es lo primero que ven nuestros ojos y lo que, tal vez, más impacta pero no debemos olvidar que toda decoración conlleva un bizcocho en su interior y éste debe ser sabroso, esponjoso ... y, en definitiva, un deleite para el paladar.
El mejor piropo es "qué buena estaba la tarta". Es el máximo!
Mirad:
Hasta aquí el exterior.
Y ahora... que veis?
Es decir, es tan importante el exterior como el interior.
En la perfección se encuentra el éxito!!!
Sin más por hoy y aunque me repita como el ajo, por favor, SED FELICES!
Como siempre, gracias por estar aquí.
Chorros de besos
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